Antonia

My name is Antonia, and I immigrated to the United States from Mexico when I was three years old. My parents decided to immigrate to Texas because they wanted to get out of poverty. After three months in Texas, we entered the migrant stream. We would start in Florida and migrate to Texas, Montana, and Michigan, and then back to Florida. We would do this every year. I would work in the fields alongside my parents, picking oranges, sweet potatoes, asparagus, and more.

When I got married, my husband and I continued traveling the migrant stream, migrating from Texas to Michigan and Alabama. He was also from a farmworker family. After a five-year break, we began migrating again from Texas to Ohio every year, and we brought our kids with us. We have been working for the same farmer in Ohio, picking tomatoes and green beans, for more than nine years. 

Living as migrant farmworkers has changed substantially since I was a child. I remember traveling with my family to different states and having to drive long distances in order to get to the next worksite. One of the things that has changed is that when we did these cross-country trips, there would be locations in which, as a migrant worker, you were able to stop and rest for free. Now, when we take our trips from Texas to Ohio, if and when we have to stop, we have to pay for a hotel. One positive change is that I used to have to work alongside my family in the fields when I was a child. Now, my grandchildren are able to go to the local Head Start program.

My husband sadly passed away last year. I have been very grateful to my children and grandchildren for being by my side since he passed away. They have to come to Ohio with me. I am grateful for the farmer who we work for because he not only came to my husband’s funeral, but they also helped to pay a majority of the funeral costs. I am grateful for the community and organizations that have been by my family’s side throughout the years and have provided us with help when needed.

En Español:

Mi nombre es Antonia, e inmigré a los Estados Unidos de México cuando tenía tres años. Mis padres decidieron emigrar a Texas porque querían salir de la pobreza. Después de tres meses en Texas, entramos en la corriente de trabajadores migrantes. Empezábamos en Florida y migrabamos a Texas, Montana, y Michigan, y finalmente regresamos a Florida. Hacíamos esto todos los años. Yo trabajaba en los campos con mis padres cosechando naranjas, batatas, espárragos y más.

Cuando me case, mi esposo y yo continuamos viajando en la corriente de trabajadores migrantes, migrando de Texas a Michigan y Alabama. Él también era de una familia de trabajadores agrícolas. Después de cinco años de descanso, empezamos a migrar de nuevo de Texas a Ohio todos los años, y trajimos a los niños con nosotros. Llevamos trabajando con el mismo ranchero por más de nueve años, cosechando tomates y frijoles verdes.

Viviendo como trabajadores agrícolas migrantes ha cambiado sustancialmente desde que yo era niña. Me acuerdo viajar con mi familia a diferentes estados y manejar largas distancias para poder llegar al próximo sitio de trabajo. Una de las cosas que ha cambiado es que cuando hacíamos estos viajes a través del país, había lugares donde los trabajadores migrantes podían parar y descansar gratis. Ahora, cuando hacemos nuestros viajes de Texas a Ohio, cuando tenemos que parar a descansar, hay que pagar por un hotel. Un cambio positivo es que antes, cuando era niña, tenía que trabajar con mi familia en los campos. Ahora, mis nietos pueden ir al programa de Head Start local.

Desafortunadamente mi esposo falleció el año pasado. Estoy muy agradecida a mis hijos y nietos por estar a mi lado desde que él falleció. Ellos han venido a Ohio conmigo. Estoy agradecida al ranchero por cuál trabajo porque no solo vino al funeral de mi esposo, pero también ayudó a pagar la mayoría de los gastos del funeral. Estoy agradecida por la comunidad y las organizaciones que han estado al lado de mi familia a través de los años y nos han proveído cuando la necesitamos.